Alt+Tab: Mondrian de los píxeles
Teníamos que llegar a este punto: los japoneses en la red.
Escojo la pieza Sin Título del artista Takuji Kogo del colectivo Candy Factory. Llego a ella gracias al newsletter que recibo de Juan Martín de Prada, comisario de net-art en Madrid, a quien agradezco la info.
La introducción que él hace de la pieza es muy acertada y la sitúa perfectamente en el terreno del arte de acuerdo con los parámetros que se intentan presentar y discutir con ella, sin embargo, nuestra discusión irá por otro camino, situando la pieza dentro de Internet, más que dentro del arte actual. Volveremos así al tema central de esta columna, el preguntarnos ¿por qué en la red? ¿por qué dentro de la red si podría perfectamente tratarse de videoarte? ¿ser una proyección en un cine o galería…?
Para mi esta pieza ES la red, es una metáfora, un símil casi, del movimiento internético. Retrata un centro comercial, tema inagotable para el arte y la semiótica (pensemos en Baudrillard con su Crítica de la economía política del signo, Sylvie Fleury, Duane Hanson, entre otros) que hablan sobre este no-lugar de tránsito, placer y consumo, ya sea desde el punto de vista del consumo, la moda y el lujo, o retratando a un típico comprador de supermercado de los que llevan el carrito a tope (yo ahora que hago la compra por Internet no me incluyo en dicha muestra).
Los de Candy Factory nos muestran una pintura en movimiento del centro comercial, música amenizante incluida, gente circulando y paseando los sentidos (vista y oído) dentro de este antro de bombardeo de imágenes y publicidad (como occidentales nos seduce especialmente lo de los caracteres japoneses tan pictóricos).
Esta pintura en movimiento está colgada en la red, vuelvo a mi idea de que RETRATA la red, un flujo incesante de consumo e imágenes, banners como letreros fluorescentes, música que nos seduce tras el clic, tráilers con franjas coloridas, un boom sorprendente hecho con el Flash MX.
Mucho se ha hablado de la publicidad en televisión, y de los megaletreros callejeros, pero para nosotros, ratas de oficina, que nos pasamos un 90% del día frente a la pantalla, la verdadera exposición a la publicidad está allí dentro. Candy Factory apresa dentro de la pantalla unos recuadros bien escogidos y simétricos (Mondrian de los píxeles) de lo que ocurre en este centro comercial japonés y ese centro comercial japonés ocurre en nuestra pantalla, el baile consumista se despliega con sus japoneses hechizados por las notas de piano que acompañan su shopping spree hacia nuestro escritorio en Madrid o en Tegucigalpa.
Viajamos al centro comercial japonés y si nos apetece, podemos hacer clic clic clic, desplegar la pestañita de “Mastercard” y comprarnos unos magníficos polvos Shisheido que nos llegan vía courrier al día siguiente.
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