Alt+Tabulador: Ahora poesía digital
Está muy de moda la poesía digital, de la que he visto cosas divertidas y otras que me parecieron demasiado elementales. Por lo general la poesía digital intenta “decorar” el texto con elementos de diseño web, hacer que el texto se mueva, baile, aparezca y desaparezca, descienda y ascienda por la pantalla.
Creo que para hacer poesía con elementos de la red, o elementos electrónicos en general, se debe hilar un poco más fino. En mi opinión alguien que hace poesía sin siquiera enterarse es mi ahora amigo Nicolas Clauss con obras como Eden.
Poesía en el diccionario está definida en su primera acepción como "manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa." y como sexta acepción como: "idealidad, lirismo, cualidad que suscita un sentimiento hondo de belleza, manifiesta o no por medio del lenguaje".
La poesía de Clauss se acerca más a la sexta acepción, no hay palabras, solo hay movimiento e imagen. Entonces será cine ¿no? ¿O vídeo? Bueno, en este caso tampoco hay guión verbal, pero si un guión de imágenes, un árbol de opciones interactivo.
Cada elemento en este árbol, y en la libertad del mismo, es un verso de esta poesía, un estribillo. Si estiro la cursilería podría llamarle a la obra canción visual porque en su abstracción llega casi a ser una obra pura, musical.
En esta ocasión no voy a hablar de Internet divinizándolo; me centraré en la pieza en sí, porque creo que ya las lecciones para entender que las piezas que comento son arte y que son arte electrónico ya han cumplido su cuota sobradamente. Si Alt + Tab no ha conseguido convencer a sus lectores de la existencia del arte en Internet no lo conseguirá jamás.
So, Eden. Los elementos de esta poesía son muy simples, las imágenes se repiten e intercalan y digamos que las imágenes que se tejen sobre estas imágenes materiales son también bastante simples. Simples sí, pero no por eso carentes de un sentido profundo (jueguen con la pieza, den clic aquí y allá, arrastren a Adán y a Eva, escóndanlos en la parte inferior de la pantalla, ¡sin miedo!). El tema de la obra es el amor, el encuentro y el desencuentro, pero también está la creación detrás, la encarnación en Adán y Eva y de un sentimiento pecaminoso, confuso, de espectros divagantes, como estas formas repetitivas y esfumadas del fondo.
Ya me referí a Clauss como pintor, con la obra White Vibes donde las formas visuales y la música y esos píxeles acariciables nos seducían. Esta misma seducción está presente en Eden, pero con el agregado de la forma y el concepto verbal que carga estas formas.
En White Vibes la composición es abstracta, de allí que la relaciono con el arte, y en Eden la composición tiene elementos que se despliegan semánticamente y que me hacen pensar en ella como poesía, como construcción de conceptos, como despliegue de significados. Si White Vibes es una sinfonía de Bach, Eden es la Sinfonía Fantástica de Berlioz o una pieza de Debussy.
No quiero decir que la poesía tenga que estar al servicio del fondo, reconozco la poesía meramente formal, los pictogramas, la poesía minimalista e incluso la poesía dadá; pero veo en ellas modas pasajeras. La poesía que perdura, si bien puede ser hipercontemporánea (plagada de hipervínculos, links, sonidos, e-mails, undisclosed information, etc. etc.) siempre intenta conservar leitmotive que la “aten” de algún modo a ciertos campos de significado. Digamos que el significado puro y representado está en el arte, que la representación pura está en el relato, en el hilo conductor de un discurrir de hechos (la palabra es constructora); y que la poesía está a medio camino, no es ni pura plasmación ni puro relatar.
Piezas como Eden tienen los suficientes elementos como para significar, para dejar que el que contempla y juega construya ideas, pero no tantos como para ser un vídeo, o una imagen estática, Eden es plasmación que relata.